TemaLECTURA CRÍTICA
EvidenciaDESARROLLA EN EL CUADERNO O EN WORD LAS ACTIVIDADES QUE ESTAN EL EVALUACIÓN
calificable?0
Activo0

Propósito

Open Close

GUÍA # 1 - LEC. CRÍTICA - IV PERIODO

IDENTIFICAR EL PROPÓSITO Y LAS IDEAS CENTRALES DE LOS TEXTOS QUE LEE

Motivación

Open Close

CADA UNO VA AREALIZAR UNA REFLEXIÓN CORTA, SOBRE LO QUE MÁS LE GUSTA HACER EN CASA.

Explicación

Open Close

REALIZA LA LECTURA Y DESARROLLA LAS ACTIVIDADES QUE SE PROPONEN EN EVALUACIÓN

Ejercicios

Open Close

Las tres tazas

¡Todo ha variado! decía yo no hace muchos días, reclinado de codos sobre mi mesa, y teniendo por delante una esquela de convite. Amigos, costumbres, esquelas, alimentos; ¡todo ha variado! ¡Qué triste es quedarse uno poco a poco atrás! ¡Qué triste y qué desolador es encontrarse uno de extranjero en su patria!

Tales reflexiones las hacía yo sobre un cuadro de papel porcelana, duro como los corazones de hoy, frío como las almas de hoy, inmaculado como los corazones de antes, que decía así en lindísimos y pequeñísimos tipos: Los marqueses de Gacharná hacen sus cumplimientos o José María Vergara, caballero, y le avisan que el 30 del mes entrante, siendo el cumpleaños de señora la marquesa, se hará música en el hogar y se tomará el té en familia.

El marqués de Gacharná es un francesito, natural de Sutamarchán. De edad de veintiún años, logró ir a París; vivió en un quinto piso, devorando escaseces dos años mortales; volvió a Bogotá, donde se casó con una inglesa nacida en el barrio de Santa Bárbara, y que tenía su dote consistente en dos casas que le dejó su padre ñor Juan de Dios Almanza. Ella era vana y él vano; ella amaba lo extranjero, y él se perecía por lo europeo, ella era flaca y él flaco; ella tenía dos casas y él no tenía ninguna; pero en cambio él había hecho un viaje a París y ella no había salido de la calle del Rodadero.

Llegó por fin el 30 del mes entrante. A medio día me hice afeitar y peinar por Sáunier, y a las*ocho de la noche comencé a vestirme. Calcé botín de cabritilla: siete centímetros más angostos que la planta de mi pie, vestí pantalón negro de satín, camisa de holán batista, chaleco y corbata blancos y casaca negra abrochada de un botón. Eché violette en mi pañizuelo que no resistía incólume un estornudo; suspendí de un cordón de oro un French, parado por costumbre, y me calcé unos guantes tan blancos, que delante de ellos se hacía negro el marfil y morenita la nieve. Me abstuve de refrescar, puesto que iba a tomar té y en familia nada menos, que así debía tocarme gran cantidad. Eran las diez de la noche y me dirigí a la casa de señores los marqueses, sita en el boulevar del Cuartillo de Queso, abajo del malecón de la Carnicería.

El zaguán estaba de par en par, y entré hasta la galería de cristales, en donde encontré un ujier que recibió mi carta. Penetré al salón e hice tres saludos: uno en la puerta, otro en la mitad del camino y el tercero al tomar asiento. Había diez o doce convidados; pero los demás no acabaron de entrar hasta las doce de la noche. Estuvimos dos horas en una tertulia deliciosa; nadie hablaba. Los hombres estábamos en medio taburete esterilla, el cuerpo echado hacia adelante y el sombrero sobre las rodillas, todo a la última moda. Las señoras y señoritas conservaban igual postura, y habían dejado sus boas en la galería. Cada hora decía por turno una palabra algún convidado, y todos nos reíamos de prisa para volver a quedar en silencio.

La palabra que se decía y que hacía reír era ésta u otra semejante: esta noche hace frío. Al cabo de una hora decía otro convidado: no ha llegado el paquete; y volvíamos a reírnos en tres notas: do, re y sol.

El traje de las señoras era muy notable. Gastaban camisón de larguísima cola, lo que, unido al peinado, les daba aspecto de un endriago. El peluquero francés había hecho aquel edificio sobre sus cabezas vacías. Con almohadas y colchones había abultado dos --cachos que corrían por encima de la oreja, terminando en puntas muy adelante de la frente; y detrás había otro promontorio sin modelo conocido. Una vez que la dama está peinada, hacen caminar por encima de su peinado un gato, para que quede despelucada y tome la dandy un airecillo de mulata. [...]

A la una de la mañana entró un caballero vestido a la última moda, y con guantes blancos. Yo me levanté para saludarlo; pero todos los otros se quedaron quedos, y Casimiro me dijo en voz pionísima; ¡ino seas bruto! —Yo le

repliqué en pionísimo que no comprendía, y él me contestó en flautinísimo que era el criado que entraba a servir el té.

José María Vergara y Vergara, Las tres tazas, Biblioteca cultural colombiana

Evaluación

Open Close

GUÍA # 1 - LECTURA CRÍTICA

ESTUDIANTE:

GRADO:

TÍTULO DEL TEXTO:

PROPÓSITO:

1- REDACTA CON TUS PROPIAS PALABRAS 5 IDEAS DEL TEXTO

2- QUÉ SE CRITICA EN EL TEXTO

3- CONSULTA EL SIGNIFICADO DE 10 VOCABLOS DE LA LECTURA

4- VALORACIÓN DEL TEXTO

Foro

Open Close

Cursos

Curso 
No results found.

Acceso a las actividades