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Actualizar Secuencia Didactica: 4714
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CLEI VI
Tema
Fecha de inicio
Fecha de finalización
Propósito
<p style="text-align: center;"><b>J.U VALORES</b></p><p style="text-align: center;"><b>TALLER 3</b></p><p style="text-align: center;"><b>Mis emociones influyen en mis decisiones</b></p><p style="text-align: center;"><b></b></p><p style="text-align: center;">Reconocer que las emociones influyen en mis decisiones y por ello debo aprender a manejarlas.</p>
Motivación
<p style="text-align: center;">¿Quién está expresando su enfado de forma adecuada? Colorea la escena<o:p></o:p></p><p style="text-align: center;"><img src="/web/uploads/6923/9ea8c28e58-31.jpg" style=""></p><br>
Explicación
<p>Te has dado cuenta de que…</p><p>Cuando estamos alterados por una emoción (el miedo, la alegría, la ira o la tristeza) no pensamos con claridad y podemos tomar decisiones impulsivas. Un ejemplo de esto es una persona que sale corriendo desesperado porque está asustado y se pone en riesgo de caerse o ser arrollado por otras personas o por vehículos en su alocada carrera.</p>
Ejercicios
<p><img src="/web/uploads/6923/d6dbc90241-32.jpg" width="470" height="287" style="width: 470px; height: 287px;"></p><p><img src="/web/uploads/6923/0dd49eed0c-33.jpg"></p><p>2. Dibuja o escribe una historieta en la que se muestren estos cuatro pasos en una situación que te haya sucedido y en la que recuerdes haber estado alterado por una emoción, justo cuando tenías que decidir algo.</p><p><img src="/web/uploads/6923/c49638215f-34.jpg" width="531" height="206" style="width: 531px; height: 206px;"></p><br>
Evidencia
Evaluación
<p>1.Lee el siguiente cuento, ponle un título y realiza el dibujo correspondiente al valor que encuentres en él.</p> <p>Había una vez un chico llamado Mario a quien le encantaba tener miles de amigos. Presumía muchísimo de todos los amigos que tenía en el colegio, y de que era muy amigo de todos. Su abuelo se le acercó un día y le dijo: </p><p>- Te apuesto un bolsón de palomitas a que no tienes tantos amigos como crees, Mario. Seguro que muchos no son más que compañeros o cómplices de vuestras fechorías.</p><p>Mario aceptó la apuesta sin dudarlo, pero como no sabía muy bien cómo probar que todos eran sus amigos, le preguntó a su abuela. Ésta respondió:</p><p>- Tengo justo lo que necesitas en el desván. Espera un momento.</p><p>La abuela salió y al poco volvió como si llevara algo en la mano, pero Mario no vio nada.</p><p>- Cógela. Es una silla muy especial. Como es invisible, es difícil sentarse, pero si la llevas al cole y consigues sentarte en ella, activarás su magia y podrás distingir a tus amigos del resto de compañeros.</p><p>Mario, valiente y decidido, tomó aquella extraña silla invisible y se fue con ella al colegio. Al llegar la hora del recreo, pidió a todos que hicieran un círculo y se puso en medio, con su silla.</p><p>- No os mováis, vais a ver algo alucinante.</p><p>Entonces se fue a sentar en la silla, pero como no la veía, falló y se calló de cola. Todos se echaron unas buenas risas.</p><p>- Esperad, esperad, que no me ha salido bien - dijo mientra s volvía aintentarlo.</p><p>Pero volvió a fallar, provocando algunas caras de extrañeza, y las primeras burlas. Marió no se rindió, y siguió tratando de sentarse en la mágica silla de su abuela, pero no dejaba de caer al suelo... hasta que de pronto, una de las veces que fue a sentarse, no calló y se quedó en el aire...</p><p>Y entonces, comprobó la magia de la que habló su abuela. Al mirar alrededor pudo ver a Jorge, Lucas y Diana, tres de sus mejores amigos, sujetándole para que no cayera, mientras muchos otros de quienes había pensado que eran sus amigos no hacían sino burlarse de él y disfrutar con cada una de sus caídas. Y ahí paró el numerito, y retirándose con sus tres verdaderos amigos, les explicó cómo sus ingeniosos abuelos se las habían apañado para enseñarle que los buenos amigos son aquellos que nos quieren y se preocupan por nosotros, y no cualquiera que pasa a nuestro lado, y menos aún quienes disfrutan con las cosas malas que nos pasan.</p><p>Aquella tarde, los cuatro fueron a ver al abuelo para pagar la apuesta, y lo pasaron genial escuchando sus historias y tomando palomitas hasta reventar. Y desde entonces, muchas veces usaron la prueba de la silla, y cuantos la superaban resultaron ser amigos para toda la vida.</p>
Bibliografía
<p>Retos para gigantes (MEN)</p><p>Pedro Pablo Sacristán</p>
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