Actualizar Secuencia Didactica: 3938

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Motivación

<p><iframe width="500" height="281" src="//www.youtube.com/embed/sDtaR9XqJZ0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe></p><p><img src="/web/uploads/633/680dcdf016-diversidad.png"></p><p>“Tenía poco que habíamos llegado a la ciudad y ése era mi primer día de clases. Hubiera preferido tener uniforme, pero nos dieron permiso para que usara mi ropa de siempre los primeros días. Sabía que mis compañeros iban a verme feo por ser indígena y no me gustó el lugar que me tocó. El ni9ño de al lado me daba miedo. La niña se veía presumida. Y el de adelante se notaba clarito que era uno de esos niños inteligentes, que se sienten más que los demás. Pronto, esa niña intentó burlarse de mí, pero yo le demostré que no me gustan las bromas. Aunque, quien más me preocupaba, era el niño a mi derecha, se veía malo y burlón. La maestra lo llamó Toño. Mi mamá me dijo que intentara hacer amigos. Eso va a ser difícil, porque somos diferentes, hasta en lo que comemos. Toño me da un poco de miedo, como es alto y fuerte, seguro debe molestar a todos los niños y eso lo divierte, se ve que no le tiene miedo a nada. En mi primer día de clases, no la pasé muy bien. De todas formas, pensé decirles a mis papás que estuve muy contento para no preocuparlos. Fue entonces cuando encontré a Toño, iba a salir corriendo, pero me preocupó verlo llorando y me acerqué a preguntarle que le pasaba. Dijo que tenía hambre, además había perdido su llave y no podía entrar a su casa y de seguro su mamá lo iba a regañar por descuidado. Yo no podía ayudarlo con la llave, pero le ofrecí compartir mi desayuno. Pensé que no le iba a gustar, en cambio, casi se lo acaba todo. Estuvimos platicando un rato. Me dijo que le gustaron mucho los dibujos de mi lapicera y se sorprendió cuando le conté que yo la había bordado. Esa tarde los dos tuvimos suerte. El, porque su papá llegó temprano y yo, porque hice un nuevo amigo. Al día siguiente, la niña a mi lado, ni siquiera volvió a verme. La verdad, yo tenía un poco de culpa, por haberle hecho ojos de ganso enojado. Le dije, hola, y le pregunté si había entendido los problemas de matemáticas. Ella respondió que no, y me contó que le preocupaba haber hecho mal la tarea. El niño de adelante se acercó a decirnos que él no entendía ni siquiera que era un quebrado, pero que quizá, podría ayudarnos el más inteligente del salón. Yo les pregunté quién era el más inteligente, y resultó ser Toño. A la hora del recreo, nos sentamos juntos y la pasamos riéndonos. Comprendí que no importa cómo te veas, en el corazón de cada persona, hay una magia especial y si sabes descubrirla, de seguro tendrás un amigo nuevo". <br></p>

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